En la década de los cincuenta surge la idea de extender la presencia escolapia por Galicia, pues, cerrado Celanova antes de la guerra civil, quedaba reducida a la ciudad de
Monforte de Lemos. Es esta comunidad la que lucha en favor de la fundación; hasta 1964, gobernando la Provincia el P. Agustín Turiel, no cuajó el intento. El rector de la comunidad de Monforte, Esteban Morillo, asesorado por el P. Alfonso Díez y habiendo recibido poderes para buscar y
adquirir terrenos, elige más de diez mil metros cuadrados por un valor superior a los cinco millones y medio de pesetas en las afueras de la ciudad. Una pequeña comunidad llega y abre sus escuelas en unos locales provisionales de la calle o paseo de Ronda, n. 54. Era el mes de octubre. El proyecto inicial del nuevo colegio era ambicioso:
tras adquirir terrenos complementarios se piensa en «una ciudad de los muchachos» que albergue a más de 2.000 alumnos, de los cuales 400 fuesen internos; en una iglesia de base circular con capacidad para toda la población escolar; en un grandioso salón de actos; en unos campos e instalaciones deportivas adecuadas al colegio previsto. La necesidad de construir por etapas, el cambio sociológico, los problemas educativos que podían surgir de tal masificación fueron las causas de la reducción del proyecto primitivo. La obra de arquitecto D. Andrés Fernández-Albalat Lois se centró en 5.498 metros cuadrados, cuya primera fase fue entregada en 1965: un edificio alongado, de dos plantas, aulas de grandes ventanales, amplio hall, iluminación natural en los pasillos con lucernarios naturales. El ministerio de educación lo habilitaba para 1.200 escolares. La inauguración oficial tuvo lugar el 6-1-1967.
DESENVOLVEMENTO.- Posteriores edificaciones y modificaciones. Las primeras construcciones complementarias al colegio fueron un polideportivo cubierto, con todas las dependencias propias y la separación de la residencia de los religiosos del edificio escolar. Pocos años después se _procede _al vallado del perímetro colegial., la pavimentación de la entrada y la siembra de pinos en el bosque. A finales de los setenta se reconvierte el amplio hall sacando de él la capilla y la instalación del típico «cruceiro gallego». |